Todo fue una maldita historia.


Eran dos almas perdidas que se buscaban a sí mismas, no sabían dónde, cuándo ni por qué se sentían vacías pero siempre vivieron latiendo a la par.
Llenos de dudas se encontraron como rocas que viajan alrededor del mundo: pisadas y pateadas por kilómetros; buscaban su esencia, su todo. Se miraron como si el encuentro ya estuviera acordado; sin sorpresas, sin dudas, sin curiosdad pero convencidas de que por alguna razón debían unirse.

Se convirtieron en otros juguetes más del destino, con el que por primera vez estaban de acuerdo, nunca se preguntaron el cómo llegaron a donde ahora estaban sólo caminaban sin cuestionar al cielo.

No hicieron falta las palabras, ese ese momento sólo estorbaban como las ropas sobre sus cuerpos, el fuego de sus miradas se convirtió entonces en su único lenguaje.
Ahora, ellos se hicieron cómplices de su propio juego, eran villanos, héroes, triunfaban y perdían. No necesitaban de historias fabricadas porque ellos eran una; de esas que ya no existen porque cada vez hay menos esperanza y más olvido.

El juego continúo pero tuvo que terminar, "le faltó fuego a la lumbre, se contagió de costumbre" diría Arjona.
A pesar de que ellos querían seguir caminando sin tomar en cuenta a la vida, se dieron cuenta de que al final de su camino pocos los recordarían y que lo único que podían dejar era la huella de eso que algún día los unió.

A fin de cuentas, todo fue una maldita historia; que gracias al tiempo y a la distancia ya dejó de doler.

2 comentarios:

{ nEsSa } at: 2 de mayo de 2009, 14:42 dijo...

Una historia tan familiar, pero así pasan no, al final que es nuestra vida sino un montón de historias juntaS?.. a veces sería mejor que durasen más..... pero bueno.. asi pasa...

{ Vergónides de Coock } at: 2 de mayo de 2009, 16:16 dijo...

¿Muy bien los relatos que escribes? ¿Qué? Por Dios Santo si está citando a Arjona, de eso no puede salir nada bueno; pero gracias al tiempo y a la distancia ya me dejará de doler. Buena suerte