Y ahí vas, otra vez...

¡Tonto corazón! Digo cada vez que las lagrimillas salen de mis ojos por sentirme "mal querida". Pero desgraciadamente, así es mi estructura: no puedo dejar de involucrarme, no sé mantenerme "al margen".

¡Necia como la fregada! ¡Intensa hasta la madre! Me repito varias veces, pero de nada sirve ya que siempre salgo con el corazón por delante.

En estos días estuve revisando literatura de Recursos Humanos, ya que mi nuevo trabajo me exige conocer acerca de los distintos rasgos de personalidad, saber perfilar puestos, inteligencia emocional, liderazgo y esas cosas que se manejan dentro del área de RRHH.

¡Diablos! siempre insisto en decir que el ser humano es una complejidad inmensa, no hay un patrón para definirnos, ni receta para que las cosas salgan excelente. La verdad es que pienso que es más fácil construir un edificio que tener contento a un ser humano.

El edificio es concreto y una vez construído es algo tangible que puede ser usado para nuestras necesidades... pero, el tener y dar al ser humano lo que necesita es algo más complicado: Hoy estás feliz por obtener algo que siempre deseaste, mañana te sientes de la fregada porque no tienes dinero, o porque el tipo o tipa "X" no te hizo caso y te ignora cuando tú estás que te mueres.

En mi caso, siempre termino involucrando mi corazón y aunque al principio entro con cautela, después se me olvida y ando dando el corazón así nomás por puro gusto.

No aprendo, no tengo remedio quizás, o posiblemente no quiero tenerlo ¡bah! que más da, ahí voy otra vez con mi táctica y sin estrategia.

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Aquí los dejo con este fragmento de la película "El lado oscuro del corazón" un poema de Mario Benedetti.

Regalo un corazón


Regalo un corazón usado, pertechado, desgastado, cansado, remendado, aturdido, obsesivo, abrumado.

Lo regalo pues a mí ya no me sirve, me he cansado de cuidarlo...

Caminos andados...

Siempre he dicho que el ser humano se complica la vida, andamos buscando donde no hay nada, esperando algo que quizás no llegue, tropezando y volviendo a intentar las veces que sea necesario.
Creo que el día que dejemos de tener esa necesidad de búsqueda y ese "algo" que nos mueva estaremos muertos.

Yo me he preguntado ¿cómo sería mi vida si...? Ok, sé que el hubiera no existe pero, es una pregunta que a veces me hago por simple ocio. ¿Por qué elegí este camino y no otro?

¿Por qué no estudié una carrera técnica? ¿Por qué no decidí ser secretaria, asistente, estilista? Y no es porque demerite estos oficios, pero en vez de elegir cualquier otra profesión elegí estudiar una Lic. en Comunicación.

¿Comunicación? ¡Diablos! Comunicación... cuando en mi México lindo y querido que vive en crisis desde que tengo vida (y desde antes) y donde es difícil encontrar un buen trabajo después de haberte graduado de cualquier carrera universitaria.

¡Comunicación! Cuando los medios están saturados y en vez de crearse vacantes se cierran y el número de egresados es muchísimo mayor VS el número de empleos ofrecidos.

Y la carrera nunca se me hizo complicada, pero al final enfrentarte con el "mundo real" es otra cosa, ya que la materia prima de la comunicación no es la TV, el radio o los periódicos. La materia prima de la comunicación es el ser humano en sí mismo y ese sí que es complejo y paradójico. Porque cada ser humano es único y ve la vida desde su muy particular punto de vista y sirve a diferentes intereses y grupos.

Seguramente si mi decisión hubiera sido otra me hubiera casado muy joven, tendría hijos es edad pre-escolar, no lo sé.
En cambio, trabajo con seres humanos igual de complicados que yo, tratando de mediar entre sus ideas.
Y vivo mi vida a cada paso, sigo en espera de esa persona que vea la vida de manera parecida a la mía, que no vea la vida como una obligación, sino que apueste por hacer las cosas diferentes, que no vaya dos pasos de mí cuidando mis espaldas, sino al lado mío caminando a la par y que no se espante por mis ideas "extrañas".

Que a fin de cuentas busque lo que todo el mundo: "la felicidad", esa que a veces está más cerca de lo que creemos y en las cosas más sencillas, como en el comunicarte con el otro.

Carta para decirle adiós.


Y ahora entiendo que ya no existe nada, y ahora sé mejor que nunca que ya te superé.

¿Duele? ya no (pensé que me volvería a desmoronar, y que el pulso me marearía). Sí me aceleré pero ¿cómo no hacerlo? A cualquiera se le rompería la estructura, fueron tantas cosas vividas y cientos de recuerdos que tuve que sepultar.

Dolío tu indiferencia, esa maldita apatía; tu cobardía, la cual no pensé que fuera tan grande, sólo eso explica tu silencio.

Tu silencio es el vacío, el no tener idea de qué decir ¡grandísima estupidez!

Espero puedas perdonarte a tí mismo, ya no tengo nada que reprocharte sólo quería decirte que espero estés "bien" ya que al cabo de un año me encuentro con nuevas esperanzas.

Un año se ha ido demasiado rápido, fue un año muy difícil, complicado; lleno de incertidumbre, hubo de todo: negación, desesperación, ansiedad, miedos, lágrimas que pusieron en evidencia que tan vulnerable me puedo volver.

Karma, se llama karma y al final del día termina acomodando todo y dando a cada quien su merecido.

La verdad no deseo nada, porque no puede haber buenos deseos cuando te llevas entre las patas a quien menos tiene que pagar los platos rotos.

¿Venganza? Al menos de mi parte jamás, al menos hoy sé que estoy mucho mejor que tú en todos los sentidos, yo me hice más fuerte.

¿Suerte? Sí, ojalá te acompañe creo que tú la necesitas muchísimo más que yo.

¿Y que hiciste con los besos? No sé, no importa ya no vale nada, al fin y al cabo quien lo desperdició fuiste tú.

La vida da miles de vueltas y el mundo es pequeñísimo, tan pequeño que estoy muy cerca de tí y te puedo topar en cualquier momento.

El círculo lo hubiera querido cerrar de otra forma pero no fue posible: no fuiste capaz de dar argumentos, nunca quisiste hablar, y tampoco escuchar.

Ahora regresan esas palabras que yo con mucha frecuencia decía: “Quien más te quiere, es quien más te puede hacer sufrir…”

Tuve mucha razón, mal por mí.

Y ahora, más que nunca le doy la razón a mi JT: “Que bueno que pasó eso, de lo contrario hoy no estarías aquí”; doy gracias por eso, creo al final de todo valió la pena lo dolido.

Así de rápido te cambia la vida, así tan pequeña es la coincidencia: Hace un año desayuno con la familia, jugaron los pumas, festejo entre salsa y merengue, un absurdo DVD ¡bah!

Ahora: Cenar, ir en un auto gris por las calles de la Ciudad y cambiar la radio de estación en estación hasta encontrar algo que a ambos nos guste y esperar a que la noche sea muy larga para mirarlo hasta hartarme y perderme en esos ojos, en otros labios. No sé si mejores o peores, simplemente diferentes...

Carta para romper un corazón


Alguna vez alguien me dijo que es mejor estar con quien te quiere, pues así no sufrirás, ni llorarás, porque el otro te querrá incondicionalmente y te cuidará por la sencilla razón de que te ama.

Si esa teoría fuera cierta, yo tendría que estar contigo, porque me quieres; me cuidas y me provees de detalles. Siempre estás "dos pasos detrás de mí", cuidando mis espaldas y al pendiente de lo que siento, de lo que pienso; escucho, veo y deseo. Haz viajado noventa minutos sólo para verme, haz gastado horas de tu tiempo leyéndome y tratando de "descifrar" a la extraña mujer que soy.

No sé cómo agradecer cada una de tus atenciones, un "gracias" no basta, porque sé que esperas más, sé que te haz conformado con ser mi amigo pero eso no te ha hecho feliz. Gracias por escuchar, por interesarte en lo que hago.

Llegaste a destiempo, no eres el tipo, mi corazón ya está ocupado... Podemos buscar varias razones pero, al final la respuesta será la misma: No puedo quererte, ni procurarte como tú lo haces por mí.

Tan sólo me queda desearte lo mejor, que encuentres una mujer que te valore y ame, sin duda es un discurso ya muy repasado pero lamento mucho no decir lo que tú esperas.

Sé que he roto tu corazón pero prefiero decírtelo a que te sigas ilusionando, porque yo sé lo que se siente tener el corazón destrozado, sé lo que es tener que reunir los pedacitos y seguir adelante, duele pero hay que seguir.

Deseo que ames y seas amado, deseo que el hombre que elegí se comporte a la altura y si me rompo la madre nuevamente desearé recuperar mis fuerzas para continuar como siempre lo he hecho.

Desgraciadamente, las cosas no son como uno quisiera, de querer hubiera querido quererte, pero no es posible.
Perdóname por romper tu corazón...
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Les dejo este cortometraje mexicano, sin duda a todos no ha sucedido.


Todo fue una maldita historia.


Eran dos almas perdidas que se buscaban a sí mismas, no sabían dónde, cuándo ni por qué se sentían vacías pero siempre vivieron latiendo a la par.
Llenos de dudas se encontraron como rocas que viajan alrededor del mundo: pisadas y pateadas por kilómetros; buscaban su esencia, su todo. Se miraron como si el encuentro ya estuviera acordado; sin sorpresas, sin dudas, sin curiosdad pero convencidas de que por alguna razón debían unirse.

Se convirtieron en otros juguetes más del destino, con el que por primera vez estaban de acuerdo, nunca se preguntaron el cómo llegaron a donde ahora estaban sólo caminaban sin cuestionar al cielo.

No hicieron falta las palabras, ese ese momento sólo estorbaban como las ropas sobre sus cuerpos, el fuego de sus miradas se convirtió entonces en su único lenguaje.
Ahora, ellos se hicieron cómplices de su propio juego, eran villanos, héroes, triunfaban y perdían. No necesitaban de historias fabricadas porque ellos eran una; de esas que ya no existen porque cada vez hay menos esperanza y más olvido.

El juego continúo pero tuvo que terminar, "le faltó fuego a la lumbre, se contagió de costumbre" diría Arjona.
A pesar de que ellos querían seguir caminando sin tomar en cuenta a la vida, se dieron cuenta de que al final de su camino pocos los recordarían y que lo único que podían dejar era la huella de eso que algún día los unió.

A fin de cuentas, todo fue una maldita historia; que gracias al tiempo y a la distancia ya dejó de doler.